Juan Ramón Kalinga


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Conocí a los llamados “Espartanos” gracias a Javier y a Juan y me cayeron muy bien desde el principio, cuando tan siquiera sabía el propósito que tenían.

Cuando me explicaron cuál era el propósito me encantó y les dije que les ayudaría en lo que estuvieran en mis manos y es cuando me ofrecieron ir a Barcelona y allí comprobé in situ que son realmente auténticos, buena gente y con un gran corazón.

Una vez allí miré con sorpresa a aquellos seres con sus cascos y la capa roja y, sobre todo, con tan buen humor, luego me dieron la sorpresa de darme una capa y decirme que, si la aceptaba, que ingresaría en sus filas y por supuesto que acepté y vi como creaban un buen ambiente entre los asistentes dejando atrás la crispación de las otras manifestaciones a las que había acudido.

Es muy bonito ver como el disfraz de espartano crea una buena aceptación entre los asistentes, induciéndoles a preguntar, esto le da un aire diferente a las intenciones que se buscan.  Me invitaron a hacer una exposición y después de la misma, tuve el gran honor de que me nombraran miembro y me dieran la medalla de Espartano, la cual guardo en mi lugar más preciado para guardar las cosas que realmente aprecio.

Me alegro de haber conocido a Bartolomé, a Juan, a Javier y a Bernardo, son los pioneros de los Espartanos y están muy entregados a la causa y, además, son un gran ejemplo a seguir en muchas cosas, son unos seres excelentes con un estar, pensar y actuar siempre en positivo, son muy valientes por lo que hacen y además comprenden muy bien el estado de esclavitud en el que los que gobiernan el mundo intentan someternos y actúan para crear la realidad que queremos. Ahora me considero afortunado de ser miembro de un equipo del que uno puede sentirse arropado y orgulloso y espero que cada día sea más grande.

Solo me queda decir, ¡Espartanos!, ¿Cuál es vuestro oficio? ¡Auuu, auuu, auuu!

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